No te imaginas lo bien que
se siente recordarse a uno mismo, de recordar lo que es parte de ti. Y de alguna forma, eres parte
de mí. Y es que a kilómetros de distancia uno tiende a perderse, pero yo no,
porque yo te tengo a ti.
Puedo decir que escogiste
muy bien la sonrisa de mamá, supiste guardar lo mejor de ella, como si supieras
que aquello es lo que mejor me consuela. Y papá, tan radiante, como si en él no
pasaran lo años. Te juro que puedo escucharlo desde aquí, con esas historias
ficticias que intentaban valorizarnos. Y claro, ellos no pueden faltar. Tal vez
las mejores aventuras las he vivido con mis hermanos, mis cicatrices te lo pueden contar. Y como
olvidar también, cuanto me han hecho
reír y llorar.
No eres solamente un pedazo
de papel, eres mucho más que eso. Hay días en que quiero detener el tiempo y
acortar distancias, porque hay una necesidad inmensa de regresar. La banalidad
se vuelve una carga, pero me vuelvo a encontrar. Y ahí estas, diciendo nada
eres suficiente para mí. Y tantas cosas suceden, pero solo yo las puedo ver. A
veces lo único que se necesita para ser feliz por un momento es una foto vieja
de otro momento donde se fue feliz.